Sentados en el banco de Frederick se nos erizan los pelos del alma al escucharla hablar. Cuenta que un día cualquiera de hace tres años, un autobús la atropelló mientras intentaba contener al caballo que asustado por una bandera echó a galopar. Esto lo sabe porque alguien se lo contó al despertar seis días después. Ahora una cicatriz recorre su cuerpo como una serpiente venenosa. Y cuenta también que cada noche, mientras duerme, Apache la recoge y galopan en busca de un autobús que les lleve a casa. S
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