Cuando se llevan a los churros, las vacas, que se ven sin
descendencia, se vuelven locas a mugir como si les hubieran robado el alma. Oírlo
da escalofríos. Con su voz de vaca rota llaman a sus hijos hacia el sitio que
se los llevaron. Algunas, que encuentran por donde escapar, salen a su búsqueda
de puerta en puerta preguntándonos dónde se encuentran. ¿Dónde están?. S.
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